martes, 11 de septiembre de 2012

FELICIDADES A LA HERMANA TERESA

 
Desde este Blog queremos felicitar a nuestra Hermana Teresa, la Veterana de la Rama de Ferrol. El doce de Septiembre cumple años, por lo que le deseamos que pase un día muy feliz y entrañable en compañía de los suyos.
Aprovechamos también la oportunidad para agradecerle su participación en este Blog al enviar sus artículos, y la animamos a que siga enviando muchos más.
Así mismo, también instamos a las otras hermanas a que envíen los suyos, pues entre todas podemos enriquecer este espacio, aprendiendo las unas de las otras.



CONFIDENCIAS






Carta a una amiga, por la Hna. Teresa López.

"Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos." (Proverbios 16:24)

Querida hermana "Anónima",
Ayer, día tres de agosto, salimos de excursión a La Coruña, gran parte de los miembros de nuestra Rama de Ferrol.
El tiempo se puso de nuestra parte, pues se presentó un día maravilloso, cosa que tuvimos que agradecer a nuestro Padre Celestial.
Hermana, ¡cuánto me hubiera gustado tenerte a nuestro lado, haciéndonos compañía...! También me hubiese gustado que otras hermanas que tampoco estaban pudieran acompañarnos en aquella ocasión. Vuestra ausencia fue un poco la nube que ensombreció mi jornada.
Hoy quiero contarte a grandes rasgos cómo se desarrolló aquel día inolvidable:
Durante el viaje de ida cantamos himnos. Fue todo muy entrañable, haciendo que el tiempo que transcurrió hasta la llegada nos pareciese corto.
Lo primero que hicimos al llegar a La Coruña fue ir a la capilla. Consultamos allí los Registros Familiares, después de haber escuchado una charla sobre la genealogía por la Directora de la Historia Familiar de esa Rama.


 Después de esa visita fuimos a los Cantones, y después a un parque que se llama Santa Margarita . Como allí también se encuentra la Casa de las Ciencias, los que no habían estado nunca en su interior, aprovecharon para visitarla, subiendo también hasta el Planetario que se halla en su cúspide.








A continuación, ya por la tarde, muchos de nosotros subimos a la Torre de Hércules.


Después nos acercamos al Castillo de San Antón, pero no pudimos visitarlo porque la hora de la visita ya había pasado.
Y luego regresamos de vuelta a nuestros hogares todos verdaderamente muy contentos.



Ahora te diré lo que más me gustó de esta excursión:
Lo más interesante fue, para mí, ver cómo funcionan los Registros Familiares, algo de mucha importancia para nosotros, como ya sabes.
Lo segundo, fue el lograr ascender a la Torre de Hércules, y desde allí, contemplar el horizonte, la inmensidad del mar, y ver cómo se batía éste, enfurecido, contra las rocas, para luego retroceder, como si obedeciera a una voz misteriosa que le ordenaba diciendo: "!Cuidado, de ahí no puedes pasar!" Esa voz, hermana, es la voz del Señor, la cual gobierna todo lo creado por Él.
Debemos, tenemos la obligación de obedecer, desde el ser más débil hasta el fenómeno más poderoso, tal como lo es el mar. Dios es nuestro Creador, y un amantísimo padre que quiere que regresemos a su lado. Pero para que así sea, tenemos que obedecerle.

Aunque estos recuerdos ya queden lejanos en el recuerdo, sin embargo, tú siempre estás presente en mis oraciones. 
Tu hermana que no te olvida,
Teresa


MEMORIAS DE UN VIAJE

 
El día 8 de Marzo del año 1992 fue un día que siempre recordaré como muy especial, una bendición que nuestro Padre Celestial nos concedió a muchos de sus hijos espirituales. 
 
Reconozco que los días anteriores a esa fecha yo me sentía un poco preocupada por no saber quien ocuparía la litera libre de nuestro departamento del tren. Cuál no sería mi sorpresa cuando a los pocos minutos antes de ponernos en marcha veo subir a una mujer que vivió muy cerca de mi casa. ¡Qué feliz me sentí! Todos mis temores desaparecieron y recordé cuanta verdad encierra la promesa de que el Señor nunca abandona a sus hijos, pues mis oraciones habían sido contestadas. ¡Con cuánto amor di gracias al Padre Celestial!
 
Para todos los que participamos en aquel viaje, camino hacia Madrid, se nos hizo el tiempo muy corto, y lo guardamos como inolvidable en nuestras vidas.
Las hermanas de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, durante la noche, cantamos himnos, oramos, y como no, también leímos las Escrituras, cada una un versículo.También compartimos nuestra comida.
 
Las jovencitas comentaban y hacían planes de lo que harían a su llegada. ¡Cuántos planes para tan poco tiempo! Con sus bromas, se hacía todavía más amena la velada.
Todo fue muy hermoso en el departamento de aquel tren en el cual reinó en todo el tiempo el buen espíritu. Todo era amor y comprensión. Tanto fue así que la mujer que nos acompañaba pidió que le habláramos de la Iglesia, de su doctrina, y ese privilegio, se lo concedimos a la Hna. Durán, ya que había sido misionera en tierras de Chile, y ella se prestó con mucho gusto a esta petición.
 
Cuando yo viajo, suelo llevar un libro de Mormón, por si se presenta la ocasión de que alguien lo quisiera aceptar, y le dí el libro a esta vecina mía.
Lo extraño fue que la noche anterior, yo había escrito en él mi testimonio en cuanto a lo que yo sentía del evangelio del Padre y de su hijo Jesucristo, así como acerca de la visión de José Smith. Lo que yo no me imaginaba cuando lo estaba escribiendo, fue que aquel testimonio sería para aquella vecina mía, y además, fue el comienzo de una hermosa y firme amistad entre las dos.
Ella recibió las charlas de los misioneros en mi casa, y me acompañó varias veces a la capilla. Su intención era de que quería  bautizarse, pues creía firmemente que las familias pueden ser eternas. Pero enfermó gravemente. Me prometió que cuando se recuperase, seguiría leyendo el Libro de Mormón. Su meta era recibir las ordenanzas y luego hacer la obra vicaria por los suyos para poder un día reunirse con sus seres queridos. Para tranquilizarla, le prometí que si ella no pudiese hacer esa obra, yo lo haría por ella. Y así lo hice:  le pedí el consentimiento a sus hijas, las cuales me dieron los datos de ella y de su familia fallecida, al poco tiempo de fallecer ella.
 
Algunos de ustedes recordarán el motivo de aquel viaje: aquel domingo 8 de Marzo de 1992, en el Pabellón Ciudad Deportiva Real Madrid sobre las once de la mañana dio comienzo la Conferencia de España de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, presidida por el Presidente Gordon B. Hinckley y el Apóstol Élder Russell Ballard, los cuales acudieron con sus respectivas esposas.

Sólo me queda añadir que el regreso de aquel viaje fue bueno, aunque lleno de nostalgia, pero repleto de recuerdos que siempre guardaremos en el corazón. 
Por todas estas cosas doy humildemente las gracias a nuestro Padre Celestial, en el nombre de su Hijo Jesucristo, Amén.
 
 
 

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HERMANAS

Un día, una mujer recién casada merendaba en casa de su madre. Hablaban de la vida, del matrimonio, de las responsabilidades y de las obligaciones de la vida adulta.

Pensativa, la madre le dijo a su hija:

“Nunca olvides a tus hermanas. Se volverán cada vez más importantes a medida que vayas envejeciendo. Aunque ames profundamente a tu marido, y a los hijos que iréis teniendo, siempre necesitarás a tus hermanas. Intenta hacer cosas con ellas de vez en cuando y compartir momentos de la vida. No olvides que hermanas significa todas las mujeres: tus amigas, tus hijas, tus compañeras y todas las que forman el grupo femenino de tu familia. Las necesitas.”

¡Menudo consejo, pensaba la hija, pues estoy recién casada, y mi marido y la familia que vamos a crear juntos será sin duda lo que dará todo el significado a mi existencia.

Sin embargo, intentó seguir el consejo de su madre. Guardaba contacto con sus hermanas, y cada año tenía más amigas que el anterior.

Fue pasando el tiempo, y poco a poco se dio cuenta de que su madre había sabido darle el mejor consejo, pues cuando se producían cambios en su vida, sus hermanas se convertían en pilares de gran ayuda.

El tiempo pasa, se va viviendo la vida, la distancia separa, los niños crecen. Los seres queridos van muriendo, los corazones se rompen, y las carreras se terminan.

Pero…las hermanas permanecen, pues ni el tiempo ni la distancia cambian nada. Siempre hay una amiga cerca de ti cuando la necesitas. Cuando tengas que cruzar el valle solitario , habrá mujeres en tu vida que estarán a tu lado para animarte, para orar por ti, para ayudarte, para tomarte en sus brazos.

Amigas, hijas, nueras, nietas, hermanas, cuñadas, madres, abuelas, tías, sobrinas, vecinas, todas bendicen tu vida. El mundo no sería el mismo sin esta complicidad entre mujeres. Nos necesitamos las unas a las otras. (Autora anónima)