miércoles, 3 de agosto de 2011

Mensaje Maestras Visitantes Agosto 2011



Una sociedad de mujeres santas
Eliza R. Snow, segunda Presidenta General de la Sociedad de Socorro, enseñó: “El apóstol Pablo habló en sus días de mujeres santas; es deber de cada una de nosotras serlo. Todas tendremos metas elevadas si hemos de ser mujeres santas; sentire­mos que se nos llama a cumplir deberes importan­tes, y ninguna está exenta de ellos. No hay ninguna hermana tan aislada ni en una esfera tan estrecha que no pueda hacer mucho por establecer el reino de Dios en la tierra”.
Hermanas, no estamos aisladas ni tampoco es estrecha nuestra esfera. Al aceptar el don de ser activas en la Sociedad de Socorro, llegamos a ser parte de lo que el profeta José Smith describió como “un pueblo electo, separados de todos los males del mundo—escogidos, virtuosos y santos”
Esta sociedad nos ayuda a fortalecer la fe y a crecer espiritualmente al darnos oportunidades de liderazgo, de servicio y de enseñar. Al prestar servi­cio se agrega una nueva dimensión a nuestra vida; progresamos espiritualmente y aumenta nuestro sentido de pertenencia, de identidad y de autoes­tima. Nos damos cuenta de que el objetivo total del plan del Evangelio es brindarnos una oportunidad para que alcancemos nuestro máximo potencial.
La Sociedad de Socorro nos ayuda a preparar­nos para recibir las bendiciones del templo, para honrar los convenios que hacemos, y para parti­cipar en la causa de Sión. La Sociedad de Socorro nos ayuda a aumentar la fe y la rectitud personal, a fortalecer a las familias, y a buscar y socorrer a los necesitados.
La obra de la Sociedad de Socorro es santa, y el realizar una obra santa genera santidad en nosotras.

De nuestra historia
Al dirigirse a las mujeres de la Sociedad de Socorro de Nauvoo, el profeta José recalcó la santidad y explicó que, a medida que las hermanas llegasen a ser puras y santas, tendrían una mar­cada influencia en el mundo. Él explicó: “Lo que las magnificará… será la mansedumbre, el amor y la pureza… Esta sociedad… tendrá poder para mandar a las reinas que pueda haber en su me­dio… Los reyes y las reinas de la tierra vendrán a Sión y presentarán sus respetos”. Las hermanas de la Sociedad de Socorro que vivan sus conve­nios inspirarán no sólo el respeto de los nobles, sino que, prometió José a las hermanas, “…si vi­ven de acuerdo con estos privilegios, no se podrá impedir que los ángeles las acompañen”.
A medida que las hermanas participaron en la obra de prestar servicio y salvar a los demás, se santificaron a sí mismas. Lucy Mack Smith, la madre del Profeta, mencionó el bien que la Sociedad de Socorro podía lograr: “Debemos amarnos mutuamente, velar unas por otras, consolarnos y obtener instrucción, a fin de que podamos estar todas juntas en el cielo”.
¿Qué podemos hacer?
1. ¿Cómo estoy ayudando a las hermanas que están bajo mi cuidado a cultivar y alcanzar “metas elevadas”?
2. ¿Qué estoy haciendo para que mi vida sea “escogida, virtuosa y santa”?

AYUDAS PARA HACER LAS VISITAS
Estudie este material y, si es pertinente, analícelo con las hermanas a las que visite. Utilice las preguntas para que le sirvan de ayuda para fortalecerlas y para que la Sociedad de Socorro forme parte activa de la vida de usted.
PREPÁRESE PARA ENSEÑAR
Éxodo 19:5
Salmos 24:3–4
1 Tesalonisenses 4:7
Tito 2:3–4
Doctrina y Convenios 38:24; 46:33; 82:14; 87:8
Moisés 7:18


Seguidores

HERMANAS

Un día, una mujer recién casada merendaba en casa de su madre. Hablaban de la vida, del matrimonio, de las responsabilidades y de las obligaciones de la vida adulta.

Pensativa, la madre le dijo a su hija:

“Nunca olvides a tus hermanas. Se volverán cada vez más importantes a medida que vayas envejeciendo. Aunque ames profundamente a tu marido, y a los hijos que iréis teniendo, siempre necesitarás a tus hermanas. Intenta hacer cosas con ellas de vez en cuando y compartir momentos de la vida. No olvides que hermanas significa todas las mujeres: tus amigas, tus hijas, tus compañeras y todas las que forman el grupo femenino de tu familia. Las necesitas.”

¡Menudo consejo, pensaba la hija, pues estoy recién casada, y mi marido y la familia que vamos a crear juntos será sin duda lo que dará todo el significado a mi existencia.

Sin embargo, intentó seguir el consejo de su madre. Guardaba contacto con sus hermanas, y cada año tenía más amigas que el anterior.

Fue pasando el tiempo, y poco a poco se dio cuenta de que su madre había sabido darle el mejor consejo, pues cuando se producían cambios en su vida, sus hermanas se convertían en pilares de gran ayuda.

El tiempo pasa, se va viviendo la vida, la distancia separa, los niños crecen. Los seres queridos van muriendo, los corazones se rompen, y las carreras se terminan.

Pero…las hermanas permanecen, pues ni el tiempo ni la distancia cambian nada. Siempre hay una amiga cerca de ti cuando la necesitas. Cuando tengas que cruzar el valle solitario , habrá mujeres en tu vida que estarán a tu lado para animarte, para orar por ti, para ayudarte, para tomarte en sus brazos.

Amigas, hijas, nueras, nietas, hermanas, cuñadas, madres, abuelas, tías, sobrinas, vecinas, todas bendicen tu vida. El mundo no sería el mismo sin esta complicidad entre mujeres. Nos necesitamos las unas a las otras. (Autora anónima)