martes, 13 de septiembre de 2011

JOSEPHINE MSIMBA, UNA VIOLONCELISTA EN KINSHASA, CONGO





La Hermana África nos envía este artículo escrito hace ya algún tiempo por Silvia Fernández, de la sección Quién es ella, del semanario del periódico local, en el cual vemos como el amor por la música de un grupo de personas congoleñas se convierte en el motor de su afán de superación.

Todo  el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad y Josephine, incluso, a una doble vida
Por el día trabaja en el mercado vendiendo huevos y haciendo tortillas. Pero desde hace 12 años, cuando cierra su negocio, Josephine   resurge como un ave Fénix y hace lo que de verdad llena su alma: tocar el violonchelo en la única orquesta sinfónica que existe en el centro de .África. 
Sus compañeros de aventura poseen también una "identidad secreta". Chantal, la segundo violín, vende pan; Papy, el farmacéutico toca la tuba; Laddy, antenista, es el oboe; Nathalie, decora coches de boda y dedica sus tardes a la flauta travesera ... Todos son amateurs. Cargan con sus instrumentos hasta el barrio más pobre de la ciudad y ensayan, ensayan y ensayan, aprendiendo gracias a las clases de solfeo de Papá Armand o mirando en internet mo tocan sus instrumentos los músicos que poseen formación.  
No tienen dinero, ni esponsors, ni caché. Si se rompe una cuerda de su violonchelo Josephine la sustituye por el hilo de nailon de una caña de pescar. Un cable hace un Mi, dos un La, tres un Re, cuatro un Sol. Y vuelta a ensayar y a soñar con otro concierto como el que dieron en el aniversario de la independencia del Congo, o por qué no, con una gira por Europa .•

 

 

 Cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levantará con nosotros en la resurrección;
y si en esta vida una persona adquiere más conocimiento e inteligencia que otra, por medio de su diligencia y obediencia, hasta ese grado le llevará  la ventaja en el mundo venidero.
(D y C 130: 18-19)
               

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HERMANAS

Un día, una mujer recién casada merendaba en casa de su madre. Hablaban de la vida, del matrimonio, de las responsabilidades y de las obligaciones de la vida adulta.

Pensativa, la madre le dijo a su hija:

“Nunca olvides a tus hermanas. Se volverán cada vez más importantes a medida que vayas envejeciendo. Aunque ames profundamente a tu marido, y a los hijos que iréis teniendo, siempre necesitarás a tus hermanas. Intenta hacer cosas con ellas de vez en cuando y compartir momentos de la vida. No olvides que hermanas significa todas las mujeres: tus amigas, tus hijas, tus compañeras y todas las que forman el grupo femenino de tu familia. Las necesitas.”

¡Menudo consejo, pensaba la hija, pues estoy recién casada, y mi marido y la familia que vamos a crear juntos será sin duda lo que dará todo el significado a mi existencia.

Sin embargo, intentó seguir el consejo de su madre. Guardaba contacto con sus hermanas, y cada año tenía más amigas que el anterior.

Fue pasando el tiempo, y poco a poco se dio cuenta de que su madre había sabido darle el mejor consejo, pues cuando se producían cambios en su vida, sus hermanas se convertían en pilares de gran ayuda.

El tiempo pasa, se va viviendo la vida, la distancia separa, los niños crecen. Los seres queridos van muriendo, los corazones se rompen, y las carreras se terminan.

Pero…las hermanas permanecen, pues ni el tiempo ni la distancia cambian nada. Siempre hay una amiga cerca de ti cuando la necesitas. Cuando tengas que cruzar el valle solitario , habrá mujeres en tu vida que estarán a tu lado para animarte, para orar por ti, para ayudarte, para tomarte en sus brazos.

Amigas, hijas, nueras, nietas, hermanas, cuñadas, madres, abuelas, tías, sobrinas, vecinas, todas bendicen tu vida. El mundo no sería el mismo sin esta complicidad entre mujeres. Nos necesitamos las unas a las otras. (Autora anónima)