sábado, 1 de septiembre de 2012

MENSAJE DE LAS MAESTRAS VISITANTES SEPTIEMBRE 2012

Necesidades especiales y el servicio prestado

“…siempre habrá personas con necesidades”, dijo el presidente Thomas S. Monson, “y cada uno de nosotros puede hacer algo para ayudar a alguien… a menos que nos perdamos en el servicio a los demás, nuestra propia vida tiene poco propósito”.

Como maestras visitantes podemos sinceramente llegar a conocer y amar a cada hermana que visitamos. El servicio que prestemos a quienes visitamos fluirá con naturalidad a causa de nuestro amor por ellas  (véase Juan 13:34–35).
¿Cómo podemos conocer las necesidades espirituales y temporales de nuestras hermanas para prestar servicio cuando sea necesario? 
Como maestras visitantes, tenemos el derecho de recibir inspiración cuando oramos por quienes visitamos.
Mantener contacto frecuente con nuestras hermanas también es importante. Visitarlas personalmente, llamarlas por teléfono, darles mensajes de ánimo, mandarles correos electrónicos, sentarse junto a ellas en las reuniones, elogiarlas con sinceridad, saludarlas en la capilla, ayudarlas en momentos de enfermedad o necesidad y hacer otros actos de servicio nos ayudan a velar y a fortalecernos unas a otras.

A las maestras visitantes se les pide que informen sobre el bienestar de las hermanas y de cualquier necesidad especial que ellas tengan, así como del servicio que se les ha prestado. Esta clase de informes y el servicio que prestamos a nuestras hermanas nos ayuda a demostrar nuestro discipulado.

Acerca de las Escrituras


Acerca de nuestra historia

El servirnos unas a otras ha sido siempre esencial en el programa de las maestras visitantes. Mediante el servicio constante brindamos bondad y amistad que van más allá de las visitas mensuales; lo que cuenta es el cuidado que brindamos.
“Quisiera suplicar a nuestras hermanas que dejen de preocuparse de… una llamada por teléfono o una visita trimestral o mensual”, dijo Mary Ellen Smoot, decimotercera Presidenta General de la Sociedad de Socorro. Ella nos pidió que, “en vez de ello, [nos concentremos] en brindar cuidado amoroso a esas almas tiernas”.
El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) enseñó: “…es vital que nos prestemos servicio unos a otros en el reino”. Sin embargo, él reconoció que no todo servicio tiene que ser heroico. “Son muchas las veces en que nuestros actos de servicio consisten simplemente en palabras de aliento, en ofrecer ayuda en tareas cotidianas”, dijo, “¡pero qué consecuencias gloriosas pueden tener esos actos de ayuda y las acciones sencillas pero deliberadas!”.

Si desea más información, visite www.reliefsociety.lds.org.

¿Qué puedo hacer?

  1. ¿Procuro inspiración personal para saber cómo responder a las necesidades espirituales y temporales de cada hermana a la que se me asigna cuidar?

  2. ¿Cómo saben las hermanas que están bajo mi cuidado que me preocupo por ellas y por su familia?


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HERMANAS

Un día, una mujer recién casada merendaba en casa de su madre. Hablaban de la vida, del matrimonio, de las responsabilidades y de las obligaciones de la vida adulta.

Pensativa, la madre le dijo a su hija:

“Nunca olvides a tus hermanas. Se volverán cada vez más importantes a medida que vayas envejeciendo. Aunque ames profundamente a tu marido, y a los hijos que iréis teniendo, siempre necesitarás a tus hermanas. Intenta hacer cosas con ellas de vez en cuando y compartir momentos de la vida. No olvides que hermanas significa todas las mujeres: tus amigas, tus hijas, tus compañeras y todas las que forman el grupo femenino de tu familia. Las necesitas.”

¡Menudo consejo, pensaba la hija, pues estoy recién casada, y mi marido y la familia que vamos a crear juntos será sin duda lo que dará todo el significado a mi existencia.

Sin embargo, intentó seguir el consejo de su madre. Guardaba contacto con sus hermanas, y cada año tenía más amigas que el anterior.

Fue pasando el tiempo, y poco a poco se dio cuenta de que su madre había sabido darle el mejor consejo, pues cuando se producían cambios en su vida, sus hermanas se convertían en pilares de gran ayuda.

El tiempo pasa, se va viviendo la vida, la distancia separa, los niños crecen. Los seres queridos van muriendo, los corazones se rompen, y las carreras se terminan.

Pero…las hermanas permanecen, pues ni el tiempo ni la distancia cambian nada. Siempre hay una amiga cerca de ti cuando la necesitas. Cuando tengas que cruzar el valle solitario , habrá mujeres en tu vida que estarán a tu lado para animarte, para orar por ti, para ayudarte, para tomarte en sus brazos.

Amigas, hijas, nueras, nietas, hermanas, cuñadas, madres, abuelas, tías, sobrinas, vecinas, todas bendicen tu vida. El mundo no sería el mismo sin esta complicidad entre mujeres. Nos necesitamos las unas a las otras. (Autora anónima)