lunes, 10 de octubre de 2011

MANTENGAMOS METAS ESPIRITUALES ELEVADAS

Cuando hemos bajado a las aguas bautismales, le hemos prometido al Señor que tomaríamos sobre nosotros su nombre. Convertirnos en cristianos nos compromete a vivir de tal modo que tengamos con nosotros siempre la compañía del Espíritu Santo. Para ello, debemos mantener las siguientes metas espirituales:

1. Orar cada día de forma sincera y con fe
2. Leer las Escrituras, en particular el Libro de Mormón cada día (como mínimo 5 veces por semana)
3. Hacer el mayor bien posible a los que nos rodean, empezando por los de nuestra propia familia. Por nuestras obras de cariño sincero, que los que están a nuestro alrededor nos consideren buenas discípulas de nuestro Salvador. Debemos recordar que el Señor manda a todos sus discípulos seguir Su ejemplo. Como nuestro mayor Maestro, Él nos mostró cómo amarnos los unos a los otros, invitándonos a seguir la Ley de Oro. Si no ejercemos ese tipo de amor que Él llama Caridad, por mucho que hagamos todo lo demás, no somos nada. Y nada de lo que hagamos tiene valor.
4. Vestir de forma decorosa: nuestra forma de vestir demuestra lo que hay en nuestras mentes y en nuestros corazones. Si pretendemos seguir a Cristo, también nuestra ropa debe ser un reflejo de hasta qué punto lo queremos seguir. Por lo tanto, debemos evitar las modas indecorosas del mundo, siguiendo nuestra propia moda, la cual debe ser la misma que aprobaría el Señor, debiendo ser recatada y modesta.
5. Mostrar reverencia por todo lo que nos rodea, tanto en nuestros hogares, como fuera, y por supuesto, en la capilla. Que todo lo que hagamos, digamos y hasta pensemos, sea para reverenciar al Señor, a Sus creaciones (en la naturaleza), y   a sus posesiones (en las capillas, en los templos y en  todos sus alrededores)
6. No tomar nunca el nombre de la Deidad en vano, ni en nuestras conversaciones banales, y nunca por supuesto, de forma vulgar.

Si nos esforzamos con ahínco en cumplir con estas pautas básicas, podremos tener como compañero constante al tercer miembro de la Deidad, el Espíritu Santo. Él nos guiará y acompañará a lo largo de nuestra vida, haciéndonos sentir el amor de nuestro Padre Celestial, reconfortándonos cuando nos sintamos decaídos, alejándonos de graves peligros, y  brindándonos la paz que sólo el Señor sabe dar.

CUÍDENSE TODOS LOS HOMBRES DE CÓMO TOMAN MI NOMBRE EN SUS LABIOS
Los nombres del Padre y del Hijo son muy sagrados
. Tan sagrado es el nombre de nuestro Padre Celestial que para evitar la repetición demasiado frecuente del nombre de la Deidad, el Santo Sacerdocio, según el Orden del Hijo de Dios se llama Sacerdocio de Melquisedec (D y C 107: 1-4) Antiguamente se consideraba el nombre de Dios tan sagrado que se restringía con el mayor cuidado posible: ni siquiera se pronunciaba cuando se leían las Escrituras en voz alta.
. El nombre de Jesucristo también es muy sagrado. Le reverenciamos y honramos como nuestro Salvador y Redentor. Con su sacrificio expiatorio nos brindó la posibilidad de volver a la presencia de nuestro Padre Celestial. Las personas que creen en Él y sienten gratitud por lo que hizo por todos nosotros deben reverenciar su nombre.
ES PUES UN PECADO TOMAR EL NOMBRE DE LA DEIDAD EN VANO.
Usos indebidos del nombre del Señor
. Utilizar el nombre del Señor de forma habitual en las conversaciones
Con frecuencia, el mundo que nos rodea emplea el nombre de Dios de forma habitual sin tenerlo por sagrado. Pero el mandamiento de no tomar el nombre de Dios en vano sigue vigente en la actualidad. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. (Éxodo 20:7;   Mosíah 13:15)
. Utilizar el nombre de la Deidad de forma vulgar (blasfemia)
Hablando de la blasfemia, que antiguamente solía ser una infracción severamente castigada, y muestra que los que la emplean tienen una mente débil e inferior, el Pte. Kimball dijo: “En cuanto a la profanación o tomar el nombre del Señor en vano, sólo al orar o en los discursos o conversaciones respetuosos se deben usar los nombres de Dios, y ciertamente jamás en una manera innecesaria o descuidada. El uso de las consabidas palabras insolentes es suficientemente malo en sí mismo, ya que tachan a uno de mal educado, pero eso de usar profanamente cualquiera de los nombres de nuestro  Señor es absolutamente inexcusable.”
. Las palabras derivadas de las blasfemias para atenuarlas son igual de malas que las propias blasfemias.
. Efectuar ordenanzas del Evangelio sin tener la debida autoridad
El Pte. Kimball dijo: “Nadie puede obtener la autoridad de Dios con leer la Biblia o sólo por un deseo de servir al Señor, pese a lo puros que sean sus motivos.” Sólo los que tienen la debida autoridad pueden efectuar ordenanzas sagradas. Los demás, si las hacen, están tomando el nombre del Señor en vano.
. No cumplir con nuestros convenios hace que utilicemos el nombre de Dios en vano
El debido uso del nombre del Señor
Debemos utilizar el nombre del Señor con todo respeto y reverencia cuando:
. oramos al Padre en el nombre de su Hijo Jesucristo (3Nefi 18:21)
. los poseedores del sacerdocio efectúan las ordenanzas del Evangelio
. damos discursos o testimonios en la Iglesia
. adoramos al Padre en el nombre de Cristo ( D y C 20:29)
. profetizamos en el nombre del Señor (D y C 130: 12)

Conclusión:
Cuando hemos sido bautizados, hemos aceptado la responsabilidad de llevar sobre nosotros el nombre sagrado de Cristo, nuestro Dios. Como cristianos que somos, debemos evitar pronunciar el nombre de la Deidad demasiado frecuentemente, tanto de forma banal en nuestras conversaciones como de forma inapropiada y vulgar. Si no obedecemos este mandamiento, el Señor no nos tendrá como inocentes en este aspecto puesto que su nombre es sagrado, y como sagrado, estamos en la obligación de respetarlo con toda reverencia.

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HERMANAS

Un día, una mujer recién casada merendaba en casa de su madre. Hablaban de la vida, del matrimonio, de las responsabilidades y de las obligaciones de la vida adulta.

Pensativa, la madre le dijo a su hija:

“Nunca olvides a tus hermanas. Se volverán cada vez más importantes a medida que vayas envejeciendo. Aunque ames profundamente a tu marido, y a los hijos que iréis teniendo, siempre necesitarás a tus hermanas. Intenta hacer cosas con ellas de vez en cuando y compartir momentos de la vida. No olvides que hermanas significa todas las mujeres: tus amigas, tus hijas, tus compañeras y todas las que forman el grupo femenino de tu familia. Las necesitas.”

¡Menudo consejo, pensaba la hija, pues estoy recién casada, y mi marido y la familia que vamos a crear juntos será sin duda lo que dará todo el significado a mi existencia.

Sin embargo, intentó seguir el consejo de su madre. Guardaba contacto con sus hermanas, y cada año tenía más amigas que el anterior.

Fue pasando el tiempo, y poco a poco se dio cuenta de que su madre había sabido darle el mejor consejo, pues cuando se producían cambios en su vida, sus hermanas se convertían en pilares de gran ayuda.

El tiempo pasa, se va viviendo la vida, la distancia separa, los niños crecen. Los seres queridos van muriendo, los corazones se rompen, y las carreras se terminan.

Pero…las hermanas permanecen, pues ni el tiempo ni la distancia cambian nada. Siempre hay una amiga cerca de ti cuando la necesitas. Cuando tengas que cruzar el valle solitario , habrá mujeres en tu vida que estarán a tu lado para animarte, para orar por ti, para ayudarte, para tomarte en sus brazos.

Amigas, hijas, nueras, nietas, hermanas, cuñadas, madres, abuelas, tías, sobrinas, vecinas, todas bendicen tu vida. El mundo no sería el mismo sin esta complicidad entre mujeres. Nos necesitamos las unas a las otras. (Autora anónima)