Cuidar y ministrar por medio de las maestras visitantes
10481_002_006
“La caridad [significa] mucho más que un sentimiento de benevolencia”, enseñó el presidente
Henry B. Eyring,
Primer Consejero de la Primera Presidencia. “La caridad es fruto de la
fe en el Señor Jesucristo y es una consecuencia de Su expiación”.
Para las hermanas de la Sociedad de Socorro, el programa de las
maestras visitantes es la caridad en acción, una manera importante de
ejercer nuestra fe en el Salvador.
Mediante
el programa de maestras visitantes cuidamos de cada una de las hermanas
al ponernos en contacto con ellas, compartir un mensaje del Evangelio y
procurar conocer las necesidades de ellas y de sus familias. “El
programa de las maestras visitantes se convierte en la obra del Señor
cuando nos concentramos en las personas en vez de en los porcentajes”,
explica Julie B. Beck, Presidenta General de la Sociedad de Socorro. “En
realidad, esta obra nunca se termina; es más un modo de vida que una
tarea. El servir con fidelidad como maestra visitante es evidencia de
nuestro discipulado”.
Al
velar de manera constante y en oración, aprendemos cómo ministrar mejor
a las hermanas y cómo satisfacer las necesidades de cada una de ellas y
de su familia. El ministrar se puede manifestar de muchas formas
—algunas grandes, otras no tanto.
“Muchas veces todo lo que se requiere
son pequeños actos de servicio para elevar y bendecir a los demás: una
pregunta acerca de alguien de la familia, unas palabras de aliento, un
sincero cumplido, una pequeña nota de agradecimiento o una breve llamada
telefónica”, enseñó el presidente
Thomas S. Monson.
“Si somos observadores y nos mantenemos informados, y si actuamos de
acuerdo con la inspiración que recibimos, podemos hacer mucho bien…
Incontables son los actos de servicio que ha proporcionado el numeroso
ejército de las maestras visitantes de la Sociedad de Socorro”.
Escrituras relacionadas con el mensaje:
Acerca de nuestra historia
En
1843, a los miembros de la Iglesia de Nauvoo, Illinois, se los dividió
en cuatro barrios. En julio de ese año, las líderes de la Sociedad de
Socorro nombraron un comité visitante de cuatro hermanas en cada barrio.
Las responsabilidades… [del] comité visitante eran evaluar las
necesidades y recolectar las donativos… La Sociedad de Socorro utilizaba
esos donativos para brindar ayuda y socorro a los necesitados.
Las
maestras visitantes ya no recolectan donaciones, pero conservan la
responsabilidad de evaluar las necesidades —espirituales y temporales— y
de trabajar para satisfacer esas necesidades.
Eliza R. Snow
(1804–1887), segunda Presidenta General de la Sociedad de Socorro,
explicó: “Una maestra… ciertamente debería tener consigo el Espíritu del
Señor al entrar en una casa, lo suficiente como para reconocer el
espíritu con el que se encuentra allí… Supliquen ante Dios y el Espíritu
Santo para recibir [el Espíritu] a fin de que puedan reconocer el
sentimiento que prevalece en esa casa… y entonces quizá deseen expresar
palabras de paz y consuelo; y si ustedes hallan a una hermana en
frialdad (de ánimo), acérquenla a su corazón como tomarían a un niño en
los brazos, y denle abrigo”.